Una de las mayores curiosidades con la que un viajante se puede tropezar acá en Chile, es con la notable popularización de las compras “en cuotas”. De lejos, es la forma más habitual de consumo, ya que no se limita a las grandes cadenas comerciales tipo “retail” sino que prácticamente cualquier cosa se puede pagar bajo esta modalidad incluyendo servicios. Para quienes no la conocen, la compra en cuotas consiste en una forma de crédito pero que es distinto al bancario tradicional ya que opera directamente con la tienda donde haces tu “consumición”. Así por ejemplo, si se va a un local como Ripley por una portátil que sale en condiciones normales en 379.990 pesos, puedes cancelarla a ese precio o, lo que es mejor y más cómodo, tienes la opción de llevarla en 12 cuotas de 39,107 pesos o incluso en 24 de 22,139. Por su puesto, este tipo de “comodidades” agrega un costo adicional: de tal manera que si se eligió la opción de las 12 cuotas la portátil terminará saliendo a la larga en 469.284 pesos. Y si se escogió la de 24 en 531.136. Son respectivamente 90 mil y 150 mil pesos más. Mucho más caro que el precio inicial, pero con la facilidad de cancelar el producto por partes.